Título: Zigurat. Dioses, reyes, leyes.
Autor: Ricardo Gómez
Editorial: SM
Nº de páginas: 295
ISBN: 9788467579147
1ª Edición, Mayo 2015
Sinopsis de la editorial
El destino de Namri parece escrito: es el hijo
del rey, y su futuro pasa inevitablemente por el trono. Pero Namri está a
punto de experimentar las vueltas que da la fortuna. Cuando Hammurabi
se hace con el poder y asume el gobierno de toda Babilonia, el destino
de Namri cambiará inevitablemente, obligándolo a luchar por la
supervivencia.
Opinión personal
Reseña para la editorial Anika entre Libros.
Reseña para la editorial Anika entre Libros.
Namri, príncipe heredero de Mari, es convertido en
esclavo. Su destino es el templo de Kishar. Allí
permanecerá con la intención de huir.
Va pasando el tiempo y Namri sucede un trabajo tras otro, desde
el más bajo, como pisador de arcilla, hasta ganarse la confianza de
los narums.
Pero en su mente sigue predominando la ansiada
libertad.
Un buen día Hammurabi decide reducir el número de templos y
restar poder a los sacerdotes. Namri podrá mostrar su valía como
príncipe a los narums de Kishar.
La novela contiene, además, 31 páginas de la autobiografía y
una entrevista al autor.
Tal vez a algunos de los lectores les suene el título de esta
novela, lo que no es de extrañar. Allá por el año 2006 se publicó
como un libro interactivo en el que era el lector el que tomaba las
decisiones que debía adoptar Namri y en función de esa elección
transcurría la historia.
En esta ocasión, Ricardo Gómez nos ofrece una
versión, digamos, íntegra en la que Namri sigue el camino indicado
por el autor, o en el que el protagonista mismo le ha marcado el
destino a su pluma.
Estamos ante una ficción histórica muy
realista, datada en un momento en el que se ubican pocas
de estas novelas. Una Babilonia bajo el reinado de
Hammurabi, un rey que pretendía ampliar su territorio y del cual lo
que la mayoría de la gente conoce es su famoso código.
En la novela se nos cuenta de forma superficial las diferentes
guerras en las que se enmarca para conquistar a los reinos vecinos.
Digo superficial porque comienza con el reino derrotado de Mari y
por el camino aparecen diferentes destinos hacia los que se dirige
para conquistar nuevas tierras.
Sin embargo, la novela nos cuenta con mucho
detalle como era la vida de los esclavos, principalmente la de
aquellos que vivían y dependían de un templo, que dentro de lo que
cabe podían considerarse los que más suerte tenían.
En el caso que nos atañe podemos ver como se va dando forma a la
arcilla que servirá posteriormente para fabricar los ladrillos de
construcción o bien las tablillas sobre las que escriben los narums
o sacerdotes así como los altos cargos o expertos en leyes. De la
mano de Namri viviremos prácticamente todo el proceso, que a pesar
de ser realizado por esclavos resulta de lo más interesante.
Nuestro protagonista comienza siendo un pisador de arcilla,
después moldeará las tablillas para posteriormente escribir sobre
ellas. Este cambio de puestos le exigirá un autocontrol que cuando
llega a Kishar es incapaz de poseer ya que su mente está obnubilada
por los deseos de venganza y huida, lo cual es
lógico. Sin embargo, poco a poco irá tomando en consideración los
consejos que algún que otro amigo, que encuentra en su destino, le
van dando.
Sus deseos de libertad seguirán anidando en su corazón; sin
embargo, algo dentro de él le hace cambiar y tras ganarse la
confianza de un importante narum, en su interior comienza a
instalarse la duda. No tiene un lugar a donde ir, ni donde
esconderse. Tal vez algún día consiga la libertad.
Una novela ideal para jóvenes y adultos,
escrita con maestría y en la que el lector vivirá con incertidumbre
el destino de Namri pues el narrador no adelanta nada y sólo vive
el presente junto a nuestro protagonista. Con detalles precisos y
una narración muy real y cuidada, ambientada en un época poco
utilizada en la literatura, es una novela adecuada para todos los
amantes de la novela histórica que busquen más allá de las
batallas.
Lo peor, la historia termina abierta, muy abierta. Tal vez
pronto veamos más aventuras de Namri, ¿quién sabe?
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