Ficha técnica
Título La encantadora de Florencia
Autor Salman Rushdie
Editorial Círculo de Lectores
Nº de páginas 360
Sinopsis
¿Quién es ése, el del cabello amarillo, ese lánguido florentino que se hace llamar Mogor dell’Amore o Uccello o Niccòlo Vespucci, que es capaz de soñar en siete lenguas, que ha surcado todos los mares y embaucado a príncipes y prostitutas con su lisonja y su descaro, y que ahora, con su piel perfumada y su discurso saltimbanqui, ha llegado a Sikri para entregar al emperador Akbar, grande de los grandes, un pergamino que ha firmado la mismísima Isabel Tudor?
Acaso sea el rayo de luz que ahora mismo falta en la vida del Gran Mogol, más entregado a su bella amante imaginaria que a su real harén, triste y desatendido, y más interesado en sospechar a cada movimiento de sus herederos que en las reposadas mieles del amor filial. Un emperador enredado en sus tribulaciones, que duda de Dios y de sus frutos, de ese siglo XVI que le ha tocado vivir y cuyo resplandor sostenido augura un no sé qué que le oscurece el ánimo... Quizá todo cambie con la llegada de ese charlatán caído del cielo, pero, ¿viene en realidad a entregarle un mensaje desde Inglaterra o a contarle un secreto atroz, un secreto para el que sólo son dignos los oídos del Emperador? El Gran Mogol está a punto de descubrir que la brujería no necesita pociones ni espíritus ni varitas mágicas: basta un secreto en boca de alguien que sepa cómo contarlo para que el hechizo empiece: «Érase una vez Angelica, una princesa, de la sangre real de Gengis Kan y Tamerlán...».
Acaso sea el rayo de luz que ahora mismo falta en la vida del Gran Mogol, más entregado a su bella amante imaginaria que a su real harén, triste y desatendido, y más interesado en sospechar a cada movimiento de sus herederos que en las reposadas mieles del amor filial. Un emperador enredado en sus tribulaciones, que duda de Dios y de sus frutos, de ese siglo XVI que le ha tocado vivir y cuyo resplandor sostenido augura un no sé qué que le oscurece el ánimo... Quizá todo cambie con la llegada de ese charlatán caído del cielo, pero, ¿viene en realidad a entregarle un mensaje desde Inglaterra o a contarle un secreto atroz, un secreto para el que sólo son dignos los oídos del Emperador? El Gran Mogol está a punto de descubrir que la brujería no necesita pociones ni espíritus ni varitas mágicas: basta un secreto en boca de alguien que sepa cómo contarlo para que el hechizo empiece: «Érase una vez Angelica, una princesa, de la sangre real de Gengis Kan y Tamerlán...».
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